Los habitantes de Talca, cumplieron la noche del 31 de diciembre, una de las tradiciones más extrañas que existen en el mundo para despedir el año viejo y recibir el nuevo: en el Cementerio, junto a sus parientes ya fallecidos.
Talca._ Con las campanadas de medianoche, unos cinco mil talquinos, según las autoridades del Cementerio Municipal, iluminan las tumbas con velas, las adornan con flores destapan licores espumantes, lanzan cotillón al viento, bailan y brindan en recuerdo de sus difuntos.
La curiosa celebración viene ocurriendo desde fines de los años 80, cuando nació la costumbre en la ciudad capital de la región del Maule.
Aunque las esperas del año nuevo en el cementerio son más antiguas en otras ciudades de Chile, como Iquique (norte) o Valparaíso (centro), en ninguna se ha masificado tanto como en Talca, donde hace casi 30 años, cuando murió Julio Opazo Silva, un antiguo funcionario del camposanto.
Sus deudos quisieron estar junto a su tumba en año nuevo y se infiltraron en el cementerio escalando los muros portando flores, velas, botellas de licor y un receptor de radio portátil para celebrar junto a la tumba de Julio.
Unos años después entraban por la puerta, autorizados por la Administración y poco a poco se fueron sumando otras familias que colmaban el lugar de música bailable, villancicos, brindis y chocar de copas.