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martes, octubre 15, 2024
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Joven Francisco Fuentes emprende con hortalizas agroecológicas bajo plástico en localidad de Colín 

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Producir hortalizas de calidad, cuidando el medio ambiente, es el propósito del joven agricultor Francisco Fuentes. Para ello ha diseñado un ambicioso plan, que ya puso en marcha, en la localidad de Colín, comuna de Maule.

Hijo de agricultor y egresado de la carrera de ingeniería comercial, Francisco trabaja junto a su padre en el emprendimiento familiar. Ahí aplica su formación académica para imprimirle al negocio un diseño empresarial en las áreas comercial y de gestión, pero siempre enfocado en rescatar las prácticas amigables con las plantas, el suelo y el ecosistema.

“Siempre he dicho que el problema del agricultor es que hace muchas cosas y así no se hace nada bien. Si uno se ordena bien y delega funciones, en el fondo uno tiene que ser una empresa. Es ahí donde se aplica el tema de la ingeniería comercial, para separar las cosas, lo que es la producción de lo que es venta. Eso permite ordenar las lucas, visualizar, sacar cuentas, soñar y tener la esperanza de que va a ser un año bueno”, dice el agricultor.

Francisco se dedica a la producción bajo plástico de hortalizas como tomates, pepinos, pimentones y ajíes. Tiene seguro agrícola, para prevenir cualquier emergencia producto del clima, y decidió incorporar en su hectárea de cultivo un paquete tecnológico que busca generar una agricultura agroecológica y sustentable.

El joven emprendedor está insertando tecnologías naturales a su sistema productivo, mediante el uso de humus, fermentos y microorganismos benéficos para el suelo y las plantas, el reemplazo de funguicidas tóxicos por otros naturales y el uso de energías limpias.

“Lo que yo he tratado de hacer desde el minuto que me uní a mi papá en esta sociedad es entender que la planta vive, tiene un ecosistema vivo, todo esto ligado a lo orgánico. Porque la agricultura orgánica y la agroecología se basan en eso, en que el suelo no es algo inerte, sino que vivo, por lo tanto hay que tener todo un ambiente favorable para que los cultivos salgan sanos, no solo echarle un fertilizante o ponerle un químico cuando hay una plaga, sino que darle un ambiente completo a la planta para que se desarrolle”, expresa Francisco.

A través de un proyecto presentado a la agencia de área Talca de INDAP, el joven productor contó con recursos para adquirir una sala de lombricultura, fermentos y multiplicación de microorganismos, un biorreactor y un panel solar fotovoltaico, que le permiten poner a disposición de su sistema productivo todas estas tecnologías naturales.

“La tecnología nos ayuda en la parte productiva a tener un producto de calidad a un costo más bajo de que si estuviéramos aplicando productos químicos, porque es mucho más barato trabajar de una manera orgánica. Nosotros estamos elaborando nuestros propios productos: humus, compost, té de compost, E.M. (micoorganismos eficaces), Trichodermas, etc. Son productos que si uno los comprara en una agrocomercial, por ejemplo, tendrían un costo bastante elevado. Nosotros estamos empezando con esto y el próximo año podríamos comenzar a reemplazar algunos productos químicos que son necesarios por otros de elaboración propia”, explica el productor.

Francisco está trabajando con la Asociación Orgánica del Maule, para tener una retroalimentación y a futuro certificarse con ellos y que los productos que elabora no solo sean de utilidad para él sino que también los pueda vender a otros productores. Además, junto al INIA está realizando un ensayo en uno de sus invernaderos, donde desde ya no se aplica ningún químico y se están probando varias combinaciones de productos naturales para conocer su funcionamiento en la producción de tomates.

El joven agricultor apuesta a convertir su negocio en una gran empresa, enfocada en la producción de uno o dos productos, principalmente tomates, a través de un sistema de contrato, aprovechando sus nexos con empresas y compradores mayorista y las oportunidades que se están abriendo a través de las compras públicas con la Junaeb.

Actualmente trabaja de manera directa junto su padre y otros dos trabajadores estables, además de algunos alumnos de escuelas agrícolas en práctica, a quienes paga por sus servicios, para incentivarlos a cultivar la dedicación y las ganas de aprender. También pretende abrir las puertas de su campo para que otros productores puedan conocer su experiencia y se sumen a esta iniciativa, mediante el agroturismo.

Para Francisco, quedarse en el campo fue una opción de vida que no está dispuesto a cambiar. “Lo elegí por calidad de vida, por un tema de principios, porque acá uno está trabajando en su casa, con su gente. Me hago un horario, tengo libertad en muchos aspectos y si bien es cierto hay un tema económico, que el campo, dicen muchos, que no es tan rentable, yo pienso es que es un tema de aprender a trabajarlo y hacerlo bien”, reflexiona.

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