«Mentir a destajo es realmente inquietante. No se vincula en nada con el verdadero sentido de la navidad. Época del año que nos regocijamos en tantas maneras. Y, además, que no aporta a la intención de pronosticar el comportamiento de la ciudadanía este domingo 19 de diciembre», señala la politóloga Carla Alegría.
¿Cuánto de lo que escuchamos, vemos o hablamos es cierto? Se dice que la mentira inicia desde pequeños y que nuestros padres deben ayudarnos a manejar cuando y donde utilizarla. En definitiva, los estudios en el área consideran la mentira como una herramienta a usar en nuestra vida en sociedad para compatibilizar y empatizar con otros. El problema, al parecer, recae en quienes no saben hasta donde o cuando utilizarla. La no consideración del daño que podría generar al usarla de forma indiscriminada podría dejarnos en una matrix sin valores de base.
Y ¿qué pasa si nos volvemos adictos a la mentira? En el escenario en el que nos encontramos, a vísperas de las elecciones presidenciales y vísperas de navidad, pensar en el amor, pasar tiempo de calidad en familia, agradecimiento o valoración de lo transcurrido el 2021; parece no llegar a muchas personas. De hecho, “tantiando” las burbujas de las redes sociales parece ser que ese nivel de empatía decanta en gran medida, y que se miente demasiado. Tanto en Facebook como en Instagram -y mucho en Twitter- podemos observar las discusiones y enfrentamiento de ideas con un tacto reducido en el uso de las palabras. Se vuelve, algo así como en un espacio en donde podemos decir lo que no nos atrevemos a decir “fase to fase”. Eso ¿es mentirnos a nosotros mismos?
Mentir a destajo es realmente inquietante. No se vincula en nada con el verdadero sentido de la navidad. Época del año que nos regocijamos en tantas maneras. Y, además, que no aporta a la intención de pronosticar el comportamiento de la ciudadanía este domingo 19 de diciembre. Ya el excandidato Parisi – quien está lejos de fomentar la empatía y la consideración, y que no paga ni siquiera la pensión alimenticia de sus hijos -, solicitaba a sus adherentes a no decir por quien votarán. Parisi es experto en encapsular la burbuja de los “Bad Boys” y hacerla creíble para que sus seguidores lo vean como un gran estadista. Adicionalmente, fomenta la idea de la mentira constantemente. ¿Son esas las personas que queremos seguir? ¿Queremos seguir a las personas que nos hacen desconfiar?
¿Han escuchado la frase: “ya no podemos confiar en nada ni en nadie”? La incertidumbre de esta frase también se contradice con el verdadero sentido de la navidad. No confiar en nada ni en nadie nos hace seres sin identidad. Personas sin convicciones, personas sin fe ni posicionamiento en la vida. Es así como una persona sin alma, sin sentido de vivir. ¿Es eso lo que queremos fomentar?
Por otro lado, el miedo que implica creer que todos te mienten, no te permite tomar decisiones racionales, te hace ansioso y desconfiado. Y creer que, para alejarnos de la responsabilidad de tomar decisiones, debemos guiarnos por corazonadas, por emociones, por el sentir; relega a la razón. Si no somos estratégicos (diferentes a manipuladores), si no planificamos, damos bote, damos tumbos sin sentido. Como la planificación de una ciudad. Si no tenemos un buen estratega, la ciudad da tumbos de suerte de vez en cuando, pero no sirven a futuro.
Tomar decisiones implica que debemos considerar un tiempo que nos permita evaluar las variables y asegurarnos de que en ese escenario participemos según nuestros valores y nuestros sueños.
No estamos en un Chile que no evoque tiempos pasados. No estamos en un Chile que no quiera avanzar hacia el desarrollo. Estamos en un país donde, como en muchos otros, hemos sufrido y reído. Chile es un país de grandes virtudes y tiene a su gente que se destaca por ser amorosa y considerada. No dejemos que en esta pasada de las elecciones presidenciales a realizarse el domingo nos divida el miedo y la mentira. Porque si en ello recae nuestra decisión de ir a votar nulo (porque ninguno es de tu gusto) o para votar por quien distribuye mentiras, entonces caeremos en lo que se denomina como la “Alegoría de la caverna” de Platón, donde dejamos que el “dilema de las redes sociales” y “el cuento del tío” se apoderen de nuestras mentes y no nos dejen fortalecer nuestras ideas de lo que queremos para Chile para decidir estratégicamente.
Hagámonos parte de esa comunidad saludable que desea acompañarse en el crecimiento colectivo y no de unos pocos. No más mentiras y si más participación. No más individualismo y si más escucharnos. No más imposiciones por sobre las consideraciones de quienes no tienen voz. Somos lo que queremos ser, y tú ¿quién serás este domingo?
Carla Alegría
Politóloga