Habitantes de la zona de Rabones han expresado su preocupación por la alarmante disminución de la población de loros Tricahue que solían anidar en el área. Según señalan, este fenómeno es consecuencia de la instalación del mirador en la zona. Desde hace poco más de un año, estos loros han comenzado a abandonar su hábitat natural, trasladándose hacia las áreas más elevadas de los cerros.
El loro tricahue es una especie que habita en ambientes semiáridos precordilleranos, próximos a ríos donde excava sus nidos en paredes verticales. En la actualidad, su extinción se ha convertido en una preocupación urgente, debido a la pérdida de su hábitat, la caza indiscriminada y, especialmente, la captura de pichones para su venta como mascotas. Para establecer su hogar, estos loros excavan profundas madrigueras en barrancos arenosos, que utilizan tanto para reproducirse como para dormir.
En la localidad de Rabones, en el camino hacia Los Avellanos, se encuentra un lugar muy valorado por su belleza, conocido como «Las Loreras», donde anidan y se reproducen los loros tricahue. Esta especie, que puede vivir más de 50 años, es la más grande de las tres que habitan en el país, pero su existencia en esta área se encuentra amenazada. Desde la instalación de un mirador en la zona, ha surgido la preocupación de que muchos visitantes, al llegar, no son conscientes del impacto de su presencia; suelen llegar con música y ruido, buscando ver volar a los loros, en lugar de disfrutar del entorno en un ambiente de calma y contemplación.
Luz Márquez, quien nacida y críada en Los Avellanos, comenta: «Desde que comenzó a llegar tanta gente, con la instalación del mirador, y dado que los loros son bastante solitarios, empezaron a emigrar. Ahora son muy pocos los que vienen a este sector», mientras observa con nostalgia el vuelo de unos pocos loros.
La señora Luz también subraya que «hace más de un año que se ha intensificado esta emigración de los loros. Antes, se podían ver todo el año». Ella atribuye esta situación a la instalación del mirador y a la falta de conciencia de los visitantes. «Antes, esos pájaros venían todos los días del año. Creo que fue un error instalar ese mirador en un lugar donde anidaban los loros; solo ha traído perjuicios», enfatiza la vecina.
«Antes, se podían observar hermosos pájaros, pero ahora se han ido. El ruido es excesivo, porque a estos pájaros les gusta la soledad, y creo que por eso se han marchado; ahora quedan muy pocos en comparación con los que había antes», señala la señora Luz, mientras apunta hacia el cerro, indicando que los loros se han trasladado a las partes más altas de la zona.